18
Sep
2022

Los nuevos retos de la formación tras la pandemia

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Una interacción de calidad entre profesores y alumnos, en plena transformación del sistema de aprendizaje hacia un modelo híbrido, requiere de un uso pedagógico de la tecnología para fomentar la participación, crear un flujo de comunicación bidireccional y reforzar la sensación de acompañamiento.

Extracto del Artículo del periódico El País (España) donde se comentan los nuevos retos de la formación tras la pandemia.

Educar, enseñar y aprender a través de sistemas digitales no es lo mismo que hacerlo en formatos presenciales. No es lo mismo una interacción presencial que otra a través de correo, foros, chat o videoconferencia. Las metodologías y estrategias didácticas son diferentes. La estructura del mensaje, su posibilidad de permanencia, revisión, pausa en la respuesta… han de considerarse”. La puntualización de Lorenzo García Aretio, catedrático emérito de la UNED, director de la RIED (Revista Iberoamericana de Educación a Distancia) y titular de la cátedra Unesco de Educación a Distancia, es importante en vista de lo ocurrido durante la pandemia, cuando la emergencia llevó a replicar sin más la clase física en un entorno online. La relación profesor-alumno fue uno de los aspectos que más se resintieron con esta traslación. Urge reflexionar sobre cómo mejorarla, puesto que la resaca de la Covid ha traído un mayor peso de los formatos híbridos, que combinan presencialidad con virtualidad.

“La relación docente-estudiante se ve afectada en los diferentes formatos de educación; la Universidad debe optimizar la experiencia de aprendizaje en cada uno de ellos, adaptando en cada caso la pedagogía y el diseño de la clase”, escribe por correo electrónico Nick van Dam, chief learning officer de IE University y director del IE Center for Corporate Learning and Talent Management. En ese punto intermedio entre la educación 100% presencial y la 100% virtual en el que transita el formato híbrido, lo offline se alterna con lo online, y la misma clase puede ser atendida por unos alumnos en presencial y por otros desde su casa; por todo el mundo en presencial en una asignatura y en remoto a la siguiente. El vicerrector de Estrategia y Educación Digital de la Universidad Carlos III (UC3M), Carlos Delgado Kloos, lo denomina “escala de grises” y aboga por que cada universidad dé con el tono que más se ajuste a sus necesidades.

La bienvenida en el aula virtual es la primera toma de contacto de la profesora de la UOC con sus alumnos. En ella explica su asignatura y “da calor y proximidad”, según sus palabras. A partir de aquí arrancan las actividades, con una planificación “exhaustiva” y plazos de entrega claros. “Has de explicarle al alumnado cuántos feedback va a tener, si los habrá parciales o será solo al finalizar el ejercicio, cuáles serán autoevaluaciones y cuáles correrán a cargo del profesor, y cuándo se producirán exactamente”, comenta, subrayando la importancia de que el profesor también cumpla: “Debemos exigirnos el mismo compromiso que le pedimos a los alumnos”.

Después de “ese atraco a mano armada del destino” que fue la pandemia, y del consiguiente momento inicial, de supervivencia, en aras de la garantía docente, llegó el modelo híbrido para atender a grupos desdoblados, en los que solo la mitad de la clase podía estar en ella físicamente. Los responsables de ESIC vieron que aquella era una buena herramienta para desarrollar competencias profesionales y preparar a los alumnos para el futuro. “Se van a encontrar el trabajo deslocalizado cuando salgan al mercado laboral”, recuerda Alberto Alcalde, director de Programas e Innovación de esta universidad privada. “Pasamos del Zoom por obligación al Zoom por devoción”, agrega.

“El gran reto está en la didáctica”, proclama. “De poco le valdrá la competencia digital a un docente si no sabe integrarla en el proceso educativo; si no alinea y aprovecha esas tecnologías digitales con los objetivos, metodología, actividades o instancias evaluadoras”, coincide García Aretio, que cree que un alto porcentaje de los profesores “claramente no cuentan” con competencia digital para la docencia. “El uso pedagógico de la tecnología hay que aprenderlo. Las instituciones han de reflexionar sobre su modelo educativo, y sobre cómo concibe al estudiante dentro de ese modelo, y acompañar a la pieza clave, que es el profesorado”, pide Cabrera.

Profesorado que ha de saber enseñar en sincronía (todos a la vez) y en asincronía (el contenido educativo se emite y recibe en momentos distintos). La presencia docente de la que habla Cabrera solo es posible si se permite que el alumno participe activamente, y haya feedback.

“Una de las preocupaciones en educación a distancia es el abandono, cuando lo cierto es que también puede ocurrir en la presencial. Tratamos de hacer un acompañamiento para que nuestros estudiantes no se sientan solos”, aporta. Mantener el canal abierto con un alumnado al que solo se ve físicamente en algunas clases, o no se ve en absoluto, se vuelve prioritario. Es la “escucha activa” de la que habla Alcalde. “No tenemos la fórmu­la perfecta para manejar todo esto, pero escuchar a los alumnos ayuda a corregir y mejorar”, declara.

Fuente: Elena Sevillano, Periódico “El País” (España)

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