Los contenidos de los cursos de Internet se consultarán desde el móvil.
Desde que en 2004 Jay Cross acuñara el término e-learning, que en castellano se ha traducido como formación online, no se ha dejado de investigar sobre las maneras de aprender en Internet. Sin embargo, muchos esperaban que una década después la disrupción sería total, que la enseñanza en la Red habría superado siglos de pedagogía presencial y que los alumnos aprenderían más rápido y de un modo más eficaz que en ningún otro momento de la historia.
Carol Leaman, CEO de Axonify, una compañía innovadora e-learning, advertía en un artículo en la revista Wired que ya era hora de darle una vuelta a la enseñanza on line. En su opinión, una diez años después los problemas fundamentales seguían sin resolverse. A saber: Los contenidos eran aburridos, los picos de atención de los alumnos seguían siendo muy cortos, el diseño no era capaz de superar la fatiga por aprendizaje, y los alumnos olvidaban más de lo que aprendían.
En opinión de Tíscar Lara, experta en e-learning de la Escuela de Organización Industrial (EOI), uno de los errores ha sido “confiar demasiado en la tecnología”. “Creíamos que era suficiente con tener una plataforma atractiva y potente, se le dio mucho protagonismo a la tecnología y se trabajó menos en cuestiones de metodología del aprendizaje”.
Cualquiera que se haya matriculado en un curso online al uso conoce la experiencia de Ana Curtidor, una administrativa que se inscribió en un master de Empresariales. “Me conectaba a la plataforma, me bajaba mis PDFs, nunca hablaba con nadie, hacía mis ejercicios sola, alguien los corregía … al final siempre estaba sola. Acabé aburriéndome, y ahí lo tengo aparcado hasta que lleguen tiempos mejores”, resume.
A pesar de la cantidad ingente de investigación destinada a sacar partido a Internet como lugar donde aprender y enseñar, a pesar de las muchas herramientas en abierto cuyo uso no genera ningún gasto, a pesar, incluso, de toda la inversión, muchos cursos online se siguen pareciendo demasiado a aquellos primeros programas de los años 2000. “Es cierto que la enseñanza online se asocia a la soledad pero eso ya está muy superado por la tecnología”, indica Tíscar Lara, y agrega: “Pero, claro, el hecho de que existan las herramientas no quiere decir que se les esté dando un buen uso. En opinión de esta experta, “se aprovecha poco la parte interactiva de Internet y las herramientas innovadoras solo las usa “un perfil de profesor muy determinado, formado y muy creativo”. “El reto es contar con profesores con suficiente práctica, que se sientan cómodos innovando y con vocación de ser líderes del cambio en el aprendizaje”.
En Homuork, una plataforma de MOOCs centrada en la enseñanza corporativa se concentran los cambios en la selección del profesor. “Lo peor es que el estudiante entre en la plataforma y se encuentra a un avatar de voz metálica”, cuenta su CEO Alexandra Maratchi y prosigue: “En nuestro caso como los clientes son empresas siempre escogemos a los profesores entre su propio personal, el estudiante se motiva mucho más con una cara conocida”.
Para Carol Leaman, uno de los problemas de la enseñanza online es que sus resultados no se transfieren a la práctica diaria. Se refiere a las empresas que contratan un curso de formación para que sus empleados adquieran una habilidad determinada “¿Cómo transformar ese entrenamiento en un conocimiento que se retenga y se incorpore al trabajo diario”, se pregunta la experta. Para ella es difícil que esto suceda porque el aprendizaje –online y presencial- se concibe como un acto único con “pocos reforzamientos” en la vida cotidiana que incorporen los nuevos conocimientos al trabajo o a la práctica de todos los días.
Casi todos los expertos opinan que lo que se ha denominado e-learning móvil, es decir los cursos adaptados para que parte de su contenido se pueda aprender desde dispositivos móviles, el uso de la nube como gran contenedor de contenidos, la combinación del e-learning con técnicas sociales (como el lenguaje de los videojuegos) y la formación online adaptativa cada vez más flexible podrían mejorar los resultados del aprendizaje en Internet.
Y en ello están. “Ahora hay una realidad tecnológica que no existía hace cinco años. Todo el mundo tiene un dispositivo móvil conectado a una red de alta velocidad, todos tienen experiencia en redes sociales y en videojuegos y en Internet existen materiales didácticos de muy buena calidad en abierto. Es el momento de aprovechar toda esa masa crítica a favor de la enseñanza en Internet”, opina Lara.
Gracias al uso de todos estos recursos ha florecido el concepto de flipped classroom, en español clase invertida. Un intento de luchar contra el aburrimiento y la desmotivación en los cursos online. La clase invertida intenta cambiar el orden clásico en que se ha enseñado durante muchos años: un profesor que enseña teoría y manda deberes para casa. “Ahora se trata de sacar del aula todo lo que el alumno puede hacer de forma autónoma, gracias a los vídeos, animaciones y materiales visuales para dispositivos móviles, y que el profesor saque partido a la interacción social de tener todo un grupo unido. Por ejemplo, hacer prácticas en grupo, juegos, provocar discusiones y que el profesor tenga más oportunidades de convertirse en líder del grupo para personalizar el aprendizaje hasta donde sea posible”, dice Lara. “Con este método que tampoco es tan novedoso se consigue que el profesor cree grupos de distintos niveles, y las investigaciones muestran que la media de estudiantes aprende más”, argumenta Maratchi.
El aprendizaje online también propone aprovechar la dilatada experiencia en videojuegos que ya poseen los estudiantes de hoy. “Es una manera de crear motivación y reducir la alta tasa de abandono de muchos cursos”, asegura Tíscar Lara. Ana Landeta, directora de Innovación de la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA) cuenta cómo han comenzado a simular juicios o pruebas de Laboratorio en la plataforma de realidad virtual Second Life para los grados de Derecho y Psicología, respectivamente. “Antes de empezar a estudiar online en nuestra Universidad todos deben hacer una asignatura de Tecnología y Gestión del Conocimiento que funciona como un entrenamiento previo para emplear los recursos de Internet, así nos aseguramos de que la tecnología no será una barrera y así reducimos las tasas de abandono”.
Para aplicar los principios de gamification (ludoficación o aprender jugando) se diseñan cursos con unidades más cortas, con insignias que funcionan pasando pantallas y superando etapas. Los elementos del juego imprimen cierta competencia al aprendizaje entre los integrantes del curso. Todo vale para matar el aburrimiento.
Expertos y gurús del e-learning ya adelantan cuáles serán las tendencias que, ahora sí, se espera que revolucionen el aprendizaje en Internet. El uso de la analítica de datos para analizar cómo aprenden los alumnos estudiando sus propios hábitos será una herramienta de primer orden. También, el diseño de cursos cuyos materiales se puedan descargar en el ordenador, el teléfono o la tableta. Se trata de adaptarse a la vida errante del estudiante de hoy, un sujeto que tendría sacar tiempo para estudiar en cualquier sitio y en cualquier circunstancia. En la mesa de trabajo, en el autobús o en la cinta del gimnasio.
Cinco tendencias por llegar
- El contenido dividido en pequeños segmentos de información que se enseñan con más frecuencia. Se basa en la tesis de que el cerebro es más eficiente procesando entre 4 y 5 bits de información a la vez. Es una táctica para evitar la fatiga del aprendizaje y retener más conocimiento.
- Más repeticiones de los puntos clave que deben aprenderse, y que se examinarán con test más frecuentes. Se trata de que el estudiante esté más tiempo expuesto a la misma información hasta que la incorpore de un modo efectivo. Muchas investigaciones muestran que se aprende más rápido a partir de la repetición del contenido clave que a través de una lección lineal más larga.
- Enseñanza personalizada al máximo, tanto por intereses como por el nivel de cada alumno. Para esto será muy útil el empleo de la analítica de datos a las propias plataformas de e-learning.
- La clase se parecerá cada vez más a una red social o a una sala de juegos. Con etapas a superar que marcaran los niveles de aprendizaje. Quedará muy señalizado el horizonte, es decir dónde termina el curso.
- La formación online móvil. Es decir, el curso que uno se puede llevar a cualquier parte será la norma. Los contenidos se adaptarán a los dispositivos móviles, de modo que uno pueda consultar píldoras en vídeo o cualquier material audiovisual desde el teléfono.
Fuente: Karelia Vázquez, Diario El País (España)
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